El concepto es muy sencillo:
Nunca te permitas saltarte más de un día seguido sin hacer el hábito que quieres implementar en tu vida.
Cuando estamos implementando un hábito no solo estamos cambiando nuestro estilo de vida.
Estamos cambiando algo mucho más importante: nuestra identidad.
Al principio no notas los cambios pero con el tiempo acabas convirtiéndote en una nueva persona.
Por ejemplo, pasamos de ser «fumador» a «no fumador», de «sedentario» a «deportista».
Cambiar nuestra identidad lleva tiempo y es un proceso lento.
Por eso es muy complicado proponerse un hábito y cumplirlo sin fallar desde el primer día.
Con esta regla conseguimos:
• Motivarnos para seguir adelante cuando fallemos.
• Ser más comprensivos con nosotros mismos.
• Conseguir cambiar nuestra identidad al largo plazo.
Además la ciencia está de acuerdo con esta regla
Según el European Journal of Social Psychology:
«Perderse una oportunidad de realizar el comportamiento no afectó materialmente al proceso de
formación del hábito».